sábado, 26 de mayo de 2012

Respuestas

-No dejaré que valláis al hospital- dijo Pedro a su hermana -¡no dejaré que lleves allí a mi hermana!- continuó, pero ahora me miraba a mí.
-¿Qué ocurre?- pregunté- ¿qué pasa en el hospital para que sea tan peligroso?¡¿qué sabes de esas cosas?! 
-Yo sé lo mismo que cualquiera que se halla pasado la puta noche escapando de ellas.-continuó, mirándome aún con desprecio -no hay forma de acabar con esos cabrones. ¡No están vivos!
por un instante, me alegré, no era el único que creía que no eran seres humanos. No estaba loco.
-"Esas cosas", como vosotros las llamáis, se multiplican con una velocidad sorprendente -continuó, tras tragar saliva y respirar hondo- si te muerden, estás jodido. Si te cogen... Eso es lo más jodido, si te cogen, se te echan encima y no paran de descuartizarte hasta que no te queda carne de la que alimentarse o te conviertes en uno de ellos. Como en una mala película de serie B, vuelven de la puta tumba para devorar lo que se les ponga delante. Por suerte para nosotros tres -dijo, refiriéndose a él y a los otros dos compañeros que estaban en aquel taller con nosotros- a Fede -miró a un chico rubio, seguramente entre 25 y 30 años, que examinaba curioso mi coche- se le fue un disparo a la cabeza de uno de esos locos y cayó redondo. Descubrimos cómo matarlos. Por desgracia no nos quedaban muchas balas. No las suficientes para combatir con la jauría que nos asediaba. conseguimos abrirnos paso a través de la comisaría al garaje y escapamos en nuestros patrols, los mismos que hay ahí. fuera.
-Antes de toda esta mierda estábamos teniendo un día de locos- añadió el tal Fede -la central estaba saturada de gente asustada. La cosa se empezó a torcer cuando la mitad se convirtió en "esas cosas" e infectó a la otra mitad. Es sólo cuestión de tiempo que ocurra lo mismo en los hospitales, pero más a lo bestia. o ¿Dónde os creíais que estaban enviando a todos los pobres desgraciados que son atacados y, por supuesto, mordidos?
Esa pregunta se quedó en el aire. Me levante, con la mente en blanco, me volví y entré en el pequeño baño del taller y vomité el café que me había tomado en mi casa, hacía unas dos infernales horas. Sólo por suerte no nos quedamos en la "zona segura" establecida por la guardia nacional en el recinto del hospital. ¡¿cómo pude no darme cuenta antes?! Todos los infectados serían llevados allí, y ocurriría lo mismo que en mi calle. Aunque si no hubiese vivido aquel suceso, no me hubiera creído nada de lo que me acababan de contar. De hecho, me hubiera reído en sus caras. Es increíble lo fácil que se creen las cosas disparatadas cuando explican de algún modo una reciente situación traumática.

Cuando salí de aquel maloliente cubículo, Fede y Pedro ya no estaban, mi chica estaba sentada en el capó de un mercedes, mirando al infinito. 
Otro agente, delgaducho, y pelirrojo, se me acercó por la izquierda, y me puso algo metálico y frió en la mano derecha. 
- de parte de Pedro- me dijo, y bajé la vista para examinar el regalo.
Vi en mi mano un reluciente revolver plateado, con un cañón alargado y una inscripción que decía "38 special".
- Acompáñame- dijo -Pedro quiere verte.


Le seguí a una habitación con una mesa sobre la que había un ordenador. Pedro y Fede estaban allí, mirando para la pantalla de la computadora, de cuyos altavoces salía la voz del presentador de un telediario.
-Mira, ven - me dijo Pedro, al verme -los informativos se están haciendo eco de esta mierda.
Me puse tras él y miré al monitor, en el que se veía la televisión de forma on-line.
"...Aún no se sabe qué está sucediendo,-decía el presentador - al parecer se está desatando el caos en algunas zonas del norte de la península, y parte del sur de Francia. Las líneas con las ciudades allí situadas están cortadas y no podemos establecer comunicación con nuestras sucursales, no se descarta la posibilidad de un atentado terrorista que..." 
Pedro cambió a otro canal, estaban con anuncios, por lo que puso otro, esta vez un canal local.
"..extraña ola de asesinatos en masa. No se sabe cual es la causa, pero se debate sobre un  contagioso virus que genera violencia a quien lo padece"
-y así en todos los telediarios.- dijo - En los internacionales no dicen nada.y en los locales hay una teoría deferente en cada uno, cada cual mas comercial. Pero mira este video que hay en youtube.
 
Pedro minimizó el "tdt decoder" y maximizó el internet explorer, en el cual ya tenía preparado un video, y le dio al play. En la pequeña pantalla pude ver toda la escena que había vivido aquella mañana, pero grabado desde la ventana del piso de arriba de la casa que estaba junto a la mía. Se pudo ver en primer plano (con un pésimo zoom, eso sí) el momento en que libraba a Carina de su agresor y le abría la cabeza a otro, mientras una voz decía: "¡joder, ese tío está loco!" "¡joder se lo ha cargado!".


-El video es más largo,-continuó Pedro -se ve como empieza todo hasta que al fulano se le gasta la batería del móvil, pero este trozo es lo único que han puesto en el informativo de antena 3. Aún no saben que eres tú, pero te buscan por asesinato y secuestro.
-¿Porqué me enseñas ésto? -dije, casi susurrando
-Tú no me caes bien. Nunca lo has hecho. No soportaba la idea de que salieses con mi hermana. Pero he visto lo que has hecho por ella. Casi mueres por salvarla. No me gustas, pero ella te quiere y tengo que aceptar, que darías la vida por ella. Por eso voy a ayudarte. Por eso te he dado un arma. Pero te aviso: como mi hermana muera iré a por ti.



Enviado desde mi BlackBerry de Yoigo

sábado, 5 de mayo de 2012

Contratiempos

El hospital y las calles adyacentes estaban abarrotados de coches. El sentimiento de impotencia era horrible, y trataba, por todos los medios, de serenarme. Tras varios intentos fallidos, había conseguido llamar a mis padres, pero aunque el teléfono daba señal, no lo descolgó nadie. Como si no estuviesen en casa. Durante unos instantes me temí lo peor, pero traté de tranquilizarme y me dije a mí mismo "Habrán venido también aquí".

La retención en el acceso aal hospital era desesperante. Era tan larga que decidimos ir a buscar al padre de Carina y esperar por nuestra cuenta a que las cosas se calmasen (aún creíamos que sería temporal), que aunque perdiéramos tiempo, seguramente serviría para algo.

Hice una maniobra ilegal con mi amado DeLorean (aunque me odie por ello, debo decir que la adrenalina se apoderó de mi y me divertía conduciendo aquel coche de aquel modo), y en un cruce que había junto a la gasolinera, giré a la izquierda, rumbo a un pueblo pequeño llamado Bearin, en el cual el vivía, y trabajaba, el padre de mi novia.

No llegamos a entrar en el pueblo. A mitad del camino, justo en un taller que había allí (que pertenecía desde hacía cinco años a Antonio Ruiz, mecánico y padre de mi novia) vimos aparcados un par de coches patrulla. Ambos de la polocía local.
-¡Ese es el coche de mi hermano! -dijo Carina, señalando a uno de los vehículos policiales -¡algo ha pasado, para!

En condiciones normales no hubiese hecho aquello. Al menos, no sin discutirlo. Pedro, mi "cuñado", no me caía nada bien, y aquel sentimiento era recíproco, aunque solíamos intentar disimularlo, por Carina, más que nada, por lo que deceleré, giré y entré en aquel suelo de gravilla y toqué el claxon varias veces, sólo para comprobar que había alguien vivo. Al poco rato, un hombre rubio uniformado de policía se asomó p¡a la puerta y debió de reconocer a Carina, porque nos hizo señas para que entráramos. Unos segundos después la puerta levadiza del taller se empezó a abrir y en el humbral apareció Pedro, el "Hemanito" de Carina (así era como ella le llamaba, a pesar de que él tenía 8 años más que su hermana). Una vez dentro, aparqué junto un mercedes verde que tenía el eje trasero partido y paré el motor, no sin antes comprobar el nivel de combustible: apenas quedaban 10 litros en el depósito. La luz de la reserva no tardaría en encenderse.

Cuando Carina bajó del coche, su hermano corrió a abrazarla. Luego salí yo, y cuando cerré la puerta Pedro ya estaba a mi lado, esperándome.
-Bonito coche, cuñado -Dijo- ¿en esto gastas el dinero de vuestra economía familiar?
-Llevo toda la vida ahorrando para comprarlo, en realidad el dinero de la economía doméstica desaparece en los impuestos con los que, supuestamente, el gobierno paga tu sueldo.

Tras gruñir entre dientes, miró a su hermana  y mudó su espresión por otra que no pude distinguir bien.
-Me alegro de veros,-dijo- pero no deberíais estar aquí, sino con los soldados ¿no habéis oido la radio?
-Venimos a buscar a papá,-contestó carina- pero al ver tu coche patrulla nos asustamos y paramos a comprobar qué ocurre.

la expresión de Pedro volvió a cambiar, estga vez a una especie de mmueca de disgusto.
-Papá...ya...bueno...¡Ejem!-balbuceó Pedro
-¿qué ocurre?
Pedro puso una mano en el hombro de su hermana y le ofreció un poco de agua.
-Digamos que ya no hace falta que sigais hacia el pueblo.-dijo y guardó unos segundos de silencio- Ha muerto...
-¡NO!
-Lo siento -dijo Pedro- llegó aquí con una mordedura en el brazo.
Ahora está con mamá. Me llamó para que viniera, no quiso que le dejara convertirse en una de esas cosas. Me quitó la pistola y voló la tapa de los sesos.
-¿Porqué no me llamó a mi?-preguntó ella.
-lo hizo, pero no daba señal. -dijo Mientras avanzaba hacia un armario metálico-Dejó esto para ti.

Pedro sacó del armario una pequeña caja alargada de madera y se la dio a su hermana. Ésta la abrió y dejó ver un collar de plata, con una especie de concha a modo de colgante.
-E... el collar de mamá...-dijo carina, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla-Papá...

Ella se volvió y me abrazó, llorando desconsoladamente. Quise decirle algo, pero no supe el qué, no se me daban bien las palabras, por lo que le di unas palmadas en la espalda. Pedro contemplaba la escena con cierto tono de amargura en su rostro.