miércoles, 13 de junio de 2012

Estaban a punto de dar las diez de la mañana. Tras casi dos horas en aquel taller, había decidido alejarme de Pedro y sus compañeros y había ido a la zona del almacén. Un magnífico Dodge 3700 de color verde oscuro y en bastante buen estado ocupaba discretamente una esquina de la habitación. Aquel era un hobby que compartía con mi "suegro". Yo estaba tumbado en el capó de aquella joya. Carina,  que hasta aquel momento había estado conmigo, tumbada a mi lado, acababa de salir al baño.

Ahora, a mi lado estaba Carlos, el pelirrojo que me había dado el revólver.
-éstas son mi mujer y mi hija- me contaba Carlos, mientras me enseñaba una foto en la que se podía ver una mujer de pelo castaño y  unos ojos claros que destacaban tras unas gafas sin montura, sonriendo y sujetando en brazos a una cría con dos coletas y tan pelirroja como su padre.
-Muy guapas -contesté, mientras sujetaba la foto para verla mejor.
-Ella es Raquel, tiene 2 años menos que yo y llevamos 5 casados. Haremos 6 en enero. Nuestra hija se llama Andrea, Nació a los 8 meses de la boda. Saqué esta foto el mes pasado, en la playa, cuando fuimos a Galicia de vacaciones.

Carlos se secó las lágrimas con la manga izquierda y le devolví la foto. Con una sonrisa y tratando de contener el llanto, se la guardó y prosiguió:
-Hoy es el cumpleaños de Raquel. Antes de salir anoche a trabajar, y justo antes de que ella llegase, le dejé bajo la almuada una tarjeta que le había dibujado Andrea con un mensaje que decía <Feliz 33 "Kunpleaños" MaMi>. Justo después llegó. La besé, besé en la frente a Andrea, que estaba durmiendo, y tras volver a besar a mi mujer salí a trabajar, para encontrarme de bruces con esta mierda. ¡Puto turno de noche! 
Carlos me miro, y pude distinguir un brillo de esperanza en sus ojos.
-Mi hija ya no tiene "cole" desde el lunes, y la semana de fiesta de mi mujer empezaba hoy. ¡Bendita navidad!
-¿No te preocupa que puedan salir a la calle, por el motivo que sea?
-No lo harán, el día de su cumpleaños, Andrea y yo no dejamos que Raquel se levante de la cama.
-y no te preocupa que pueda...-traté de decir, pero Carlos me interrumpió bruscamente:
-¡NO! ¡No puede ocurrir nada! ¡Mi familia estará bien! ¡¿no puedes olvidar el tema?!
Carlos alzó la cabeza y miró al Carina, que acababa de regresar y justo cerraba la puerta en aquel momento. Tras secarse una lágrima que  se deslizaba por su mejilla izquierda, suspiró y empezó a hablarme.
-Pedro me ha hablado sobre ti. Apenas le conocía, pero hoy hemos tenido mucho tiempo para hablar. Te odia. No le caes mal por el hecho de que salgas con su hermana, que también. Lo que menos soporta de ti es el que viváis juntos como novios, o sea, que no fueras a casarte con ella.
-No es que no quiera- contesté -fue mutuo acuerdo. Yo...
-tranquilo -me interrumpió -yo pensaba igual que tú: Os va bien como novios, no necesitáis que una boda demuestre que sois pareja, y encima, es más barato. Y si por lo que sea, decidís separaros, simplemente os olvidáis uno del otro. Es muy sencillo, pero mi mujer no lo entendía. Al igual que la mayoría de la gente. Por eso nos casamos.
-He sido muy criticado por eso...
-Tienes suerte de tener a alguien como ella. Más aún, tienes suerte de tenerla a tu lado.
-Soy muy afortunado. A veces pienso que demasiado. Aún sigo demasiado enamorado de ella.
-Hazme un favor -dijo -cuando salgas de aquí, dirígete a Abaigar y busca a mi familia. Diles que estoy bien y no las dejes salir a la calle hasta que yo llegue. Y si están muertas, cosa que dudo, espera a que entre y mátame antes de dejarme saber como están.  Se que serás capaz de hacerlo, he visto el video. Lo harás.
Durante un incomodísimo y eterno segundo de silencio le mire los ojos. Podía verse en ellos que hablaba en serio. No supe que decir, ¿por qué razón iba yo a ir un pueblo nada más que porque alguien a quien acababa de conocer me lo acabase de pedir? Es más: ¿por qué razón íbamos Carina y yo a salir de aquel taller, siendo, al menos aparentemente, un sitio seguro y tranquilo? Finalmente, le eché valor y pregunté lo primero que se me pasó por la garganta:
-¿Porqué quieres que te mate?
-Porque así moriré sin perder lo único que me queda: la esperanza.

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