miércoles, 4 de enero de 2012

Capítulo 2: Visita

La ambulancia tardó cerca de 15 minutos en llegar, los cuales se me hicieron eternos. Cuando por fin llegó, los sanitarios fueron a por Pablo, que parecía que aún respiraba. La atacante, sin embargo, estaba muerta. "Traumatismo craneoencefálico" me parecio oirle decir a uno de los médicos, mientras escribía el informe.

-¿Cómo está? - pregunté al otro médico - ¿se pondrá bien?
-Ha perdido mucha sangre - contestó -sin embargo, todavía tiene pulso. Aunque, si le soy sincero, dudo que llegue al hospital, me sorprende que siga con nosotros. Pero le prometo que haremos todo cuanto podamos.

Salí afuera, cuando, de pronto, un coche de la Policía Local aparcó junto a la ambulancia. De él salieron dos agentes: uno alto con cara de haberle estropeado la hora del café, y su compañero, más bajito y con aspecto de novato.
-¿Es usted el que ha llamado? - preguntó el novato.
-Así es - dije.
-¿Dónde está el lugar de los hechos?
-En el almacén, la puerta de la izquierda entrando en la oficina.
Entraron al almacén.
-Espere aquí - me ordenó el novato.
 
Al rato volvieron y me hicieron todo tipo de preguntas, como en una película policiaca. Me preguntaron de todo, y yo trataba de contestar lo mejor que podía, pues estaba alteradísimo y muy asustado.

-vale. - dijo el novato - Entonces, según usted, actuó en defensa propia, ¿puede demostrarlo?
-S...sí, sí, creo que sí - contesté tras pensar rápidamente - creo que hay una cámara de seguridad en cada esquina del almacén - pausé un poco para secarme con la manga el sudor de la frente - es muy probable que esté todo grabado y archivado en el ordenador de la oficina.
- De acuerdo, pero tendrá que acompañarnos a comisaría.
-¿Cómo? -contesté - No puedo, tengo que madrugar mañana y...
-Tranquilo José - dijo el alto a su compañero - Ya nos ha dicho todo lo que sabe y nos ha cedido las pruebas, no hace falta que nos lo llevemos, además, - y me miró a mí - tú eres Marcos, el cuñado de Pedro, ¿verdad?
-Sí..., así es.
- Bueno, - dijo el novato - no es necesario que nos acompañe, pero ándese con ojo.

Cogieron el ordenador de la oficina y, tras cargarlo en el coche patrulla, se marcharon.

Yo me monté en mi coche y cerré los ojos unos instantes. Vivir con la hermana de un policía me acababa de ahorrar un mal trago. Traté de poner en marcha el coche, pero tras darle al contacto escuché un estruendo bajo el capó. El coche no arrancaba.
-¡Perfecto! - maldije.

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