sábado, 21 de enero de 2012

DOMICILIO: Miedo

Aquella noche no pude dormir, a pesar de estar agotado. No paraba de darle vueltas a lo ocurrido hacía unas horas. Estaba sudando. Carina dormía a mi lado, su largo y oscuro pelo moreno se fundía con la oscuridad de la noche.


Salí de la cama, me puse un albornoz a modo de bata y bajé al salón, con la intención de ver un rato la tele. A las dos de la mañana.
En penumbra, me senté en el sofá y encendí la vieja televisión de tubo que sustituía la recientemente rota pantalla plana. Zapeé una rato, hasta que me di por vencido y la volví a apagar. 50 canales digitales y sólo emitían telebasura en HD.



Decidí ir al garaje a seguir restaurando el DeLorean, iluminándome con una linterna y con el sonido de la radio haciéndome compañía.



Había comprado aquel coche 3 años atrás, desde entonces estaba restaurándolo con la intención de exponerlo en una feria anual de antigüedades de Estella, una ciudad ubicada a 15 minutos en coche de la urbanización en la que vivía. Carina nunca entendió por qué lo había hecho, aunque en el fondo, yo sabía que le gustaba.

A la mañana siguiente Carina Bajó al garaje, estaba alteradísima y parecía muy asustada.

-¿qué ocurre? - pregunté preocupado.
-Ha... hay tres cadáveres en mitad de la calle.- dijo fría, tartamudeando y mirando al infinito- son nuestros vecinos de al lado. ¡Nu...Nuestros vecinos han muerto delante de nuestra casa!
-¡¿QUÉ?!

Era incapaz de creerlo. Aunque, hacía una o dos horas habían dicho por la radio algo sobre una ola de caos y violencia en varias ciudades, pero me había parecido una exageración mediática.

-¡SUS CADAVERES ESTÁN EN MITAD DE LA CARRETERA!

El estruendo de un disparo nos sobresaltó. Me dirigí a la ventana, para comprobar qué pasaba. Pude ver a través del cristal a uno de los vecinos corriendo hacia nuestra casa, con algo negro y humeante en la mano izquierda. Segundos después sonó el timbre de la puerta. Carina se quedó pretificada. Lo mismo pasó conmigo.

No sabía qué hacer. Un hombre armado estaba llamando a mi puerta. Desde luego, no quería abrirle.

-¡AYUDA!- se oía al otro lado de la puerta- ¡ABRIDME, POR FAVOR!
Dudando y asustado, abrí la puerta. Mi vecino Aitor, que tenía una tienda de antigüedades en la ciudad, apareció al otro  lado, con un Luger humeante en la mano izquierda. Nada más verme me abrazó con efusividad, llorando.
-¡Gracias a dios! - dijo- ¡tienes que ayudarme!
-¿has disparado tú? -dije.
-¡he...he disparado a mi mujer!- dijo, sudando y llorando, histérico- ¡ha intentado comerme! ¡Me ha atacado! ¡no quería hacerlo! NO QUERÍA HACERLO!
-¡Dios mio!, ¡¿la has matado?! ¿está muerta?
-¡YO NO QUERÍA HACERLO! ¿ME OYES? ¡HA SIDO UN ACIDENTE!- dijo, con un ataque de histeria cada vez mayor- ¡Tenía la pistola sobre la mesa, no recordaba que estaba cargada!
-¡EH!-grité, tratando de hacerme oír- ¡CÁLMATE, CÁLMATE, ¿VALE?!
- Dios... Cristina, lo siento mucho, perdóname...-dijo, elevando lentamente su mano izquierda- Te quiero...

El cañón de su arma estaba a la altura de su sien.

-¡NO!-grité, pero ya era tarde, en ese mismo instante, Aitor apretó el gatillo y su masa encefálica salpicó todo el vestíbulo.

1 comentario:

  1. Lo de los 50 canales que sólo dan basura en HD... Totalmente de acuerdo. Lo sigo de cerca!

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